En medio de todo lo que está ocurriendo en la región, hay algo que me preocupa profundamente. Si bien se han realizado detenciones en el marco de distintas investigaciones, se están viendo situaciones que generan inquietud: personas demoradas en el contexto de averiguación de antecedentes sin una identificación clara de por qué se las retiene. Esto cobra mayor relevancia cuando hablamos de brigadistas que combaten incendios y que, en muchos casos, terminan en una comisaría sin más
explicación que la sospecha.
Algunas de estas demoras pueden ser breves, pero no dejan de implicar una situación extrema. Cuando se habla de "estar demorado", muchas veces se trata de personas que terminan en un calabozo, compartiendo espacio con detenidos por otras causas, sin que haya una justificación sólida para ello. Entre quienes han sido retenidos hay voluntarios de distintas partes del país que vienen a colaborar, sin una experiencia previa en este tipo de escenarios, pero con la mejor intención. Sin embargo, la desconfianza generalizada y la paranoia instalada ante la posibilidad de que haya personas iniciando incendios provocan que cualquiera que no sea identificado de inmediato pase a ser considerado una amenaza potencial.
Esto lleva a que se generen enfrentamientos, discusiones y un clima de tensión que no contribuye a la situación ya de por sí crítica. El criterio que parece primar es el de detener primero y preguntar después. No se trata de minimizar el riesgo ni de descartar que efectivamente haya responsables detrás de los incendios intencionales, pero la falta de un protocolo claro y una evaluación más rigurosa sobre a quién se está demorando puede llevar a vulneraciones innecesarias de derechos y a la desorganización en momentos en los que lo que se necesita es justamente lo contrario: coordinación y confianza.
En las últimas horas, la cantidad de personas demoradas ha sido llamativa, lo que pone en evidencia la necesidad de discutir estos temas.
No podemos permitir que la respuesta a una crisis se transforme en otra crisis.
La seguridad es fundamental, pero también lo es el respeto por quienes llegan a ayudar en medio del desastre.