La tragedia de los incendios en El Bolsón dejó a muchas familias sin hogar, obligadas a refugiarse en casas de amigos o familiares mientras esperan una ayuda prometida que se demora. El Gobierno nacional ya envió a la provincia 5.000 millones de pesos para asistir a los damnificados, y recientemente se completó un relevamiento final de los afectados. Sin embargo, la incertidumbre sobre la distribución efectiva de esos fondos sigue latente. (Informe oficial sobre los afectados)
Mientras tanto, la asistencia concreta llega desde distintos organismos provinciales y municipales. Vialidad, Edersa y otras entidades han trabajado en la limpieza de terrenos, el retiro de árboles en riesgo y la reconexión del servicio eléctrico. Pero, a pesar de estos esfuerzos, la pregunta sigue siendo la misma: ¿cuándo llegará el dinero prometido para la reconstrucción?
En la práctica, la recuperación de las viviendas está dependiendo exclusivamente de las donaciones de particulares y de las tarjetas de crédito de los propios damnificados. La falta de precisión en los plazos para la entrega de los fondos deja a estas familias en una espera angustiante. A esto se suma la demora del Banco Patagonia en implementar la asistencia financiera anunciada por el gobernador, lo que ha generado aún más preocupación entre los afectados.
Además del desafío de reconstruir sus hogares, muchas de estas personas enfrentan deudas contraídas en medio de la emergencia. Para intentar salvar sus viviendas, invirtieron en motobombas, motosierras, mangueras y combustible para ayudar a frenar el avance del fuego. Ahora, la carga económica es doble: recuperar lo perdido y saldar las cuentas pendientes.
Si bien el Estado no está ausente, las demoras generan una sensación de desprotección y desesperación. Si el dinero ya fue enviado desde Nación, ¿por qué su distribución sigue sin concretarse? Según información obtenida, en las próximas semanas podrían haber novedades sobre la llegada efectiva de los fondos. Pero cada día que pasa sin respuestas es un día más de incertidumbre para quienes lo han perdido todo.
Lo que sí se ve con claridad es la solidaridad de los vecinos. Amigos y voluntarios dedican su tiempo libre a ayudar en la reconstrucción, mientras los damnificados hacen lo posible por levantar nuevamente sus hogares. Algunos optan por construcciones básicas de madera, aprovechando los árboles caídos, mientras otros buscan la manera de contar con un espacio mínimo donde iniciar una nueva etapa.
El fuego ya pasó, pero las cenizas siguen marcando la incertidumbre de los que esperan. La urgencia no admite dilaciones: la reconstrucción necesita respuestas concretas y rápidas. Cada día sin ellas es una prueba más para quienes intentan recomenzar desde las cenizas