El medio "Somos Noticias" llegó hasta la localidad de Senillosa para entrevistar a Nicolás Heredia, quien pasó más de 20 días detenido acusado de ser uno de los responsables de los incendios en El Bolsón. En un testimonio crudo, Heredia denunció que fue arrestado injustamente, que sufrió malos tratos en el Penal 3 y que emprenderá acciones legales una vez que el proceso judicial concluya.
Una detención basada en supuestos
Según su relato, Heredia se encontraba en la zona de Wharton cuando fue interceptado y acusado de haber arrojado una botella con combustible, señalada como una bomba molotov. "Yo iba en la caja de la camioneta y vi una botella al costado del camino. Pero el conductor aseguró que yo la tiré y que era mía", explicó.
Sin embargo, las pericias determinaron que ni en la botella ni en su mochila había rastros de combustible. "Siempre dije que no la toqué porque no era mía. Hicieron la pericia dos veces y se dieron cuenta de que no había pruebas en mi contra", afirmó. Pese a ello, continuó detenido bajo la sospecha de estar involucrado en el incendio.
"Todo fue armado"
Heredia sostiene que su detención respondió más a una necesidad de encontrar culpables que a pruebas concretas. "Dieron tantas vueltas para justificar mi arresto, pero no pudieron agarrarse de nada porque no tenían nada en mi contra", aseguró.
Uno de los momentos más impactantes de su testimonio es cuando revela que fue trasladado con la cabeza cubierta, sin saber adónde lo llevaban. "Me sacaron de la comisaría con una bolsa en la cabeza. Recién cuando llegué al destino, me di cuenta de que era el Penal 3", relató. Allí, según denunció, fue víctima de amenazas y maltratos. "Los guardias me verdugueaban, se decía que habían puesto plata para que me lastimaran".
Un proceso que aún no termina
Ahora, con la libertad recuperada, Heredia planea iniciar acciones legales para esclarecer su situación y denunciar los abusos sufridos. "Cuando todo esto termine, voy a demandar. Pasé 20 días detenido sin que hubiera una sola prueba en mi contra", concluyó.
El caso de Nicolás Heredia vuelve a poner en debate la actuación de la justicia y las fuerzas de seguridad en casos de alta conmoción pública, donde las detenciones pueden responder más a presiones sociales que a evidencias concretas.