El padre José “Pepe” Lynch es el nuevo párroco de El Bolsón. Aunque su presencia es reciente en la comunidad, su historia y vocación lo preceden. En una charla íntima con el programa Con Voz y Voto, el sacerdote repasó su recorrido de vida, su decisión de dejar una prometedora carrera como abogado, su experiencia en Estados Unidos y el fuerte llamado espiritual que lo llevó al sacerdocio.
“Muchas gracias por invitarme. Gracias por poder presentarme en estos medios que son importantes”, comenzó diciendo el padre Pepe, al destacar que muchas veces el ámbito de la iglesia puede resultar limitado a quienes comparten la fe. “Hoy por hoy caminás por el pueblo y nadie te conoce. La fe forma comunidad, pero también hay que salir, mostrarse”.
Lynch profundizó sobre el rol activo que implica vivir la fe: “La fe nos convoca a participar, a profundizarla, pero también a ponerla en práctica. Eso ya es más difícil. Vivimos muchas veces desde un individualismo craso, incluso dentro de la iglesia”.
Consultado sobre cómo se sostiene económicamente la parroquia, fue claro: “Vivimos de las limosnas de la gente. También se organizan rifas, ventas de platos, pequeñas actividades. Todo ayuda. Hay propiedades que generan ingresos, pero son más bien de la diócesis”.
El sacerdote también se refirió a la venta del terreno donde funcionaba el espacio cedido a la Universidad Nacional de Río Negro: “A fines de 2022 se concretó la venta de la mitad de la manzana. Ya no le pertenece a la Iglesia. Es una herencia que dejaron los franciscanos, con una gran tradición educativa, pero hoy implica decisiones que requieren más dedicación de la que uno solo puede sostener”.
Sobre su historia personal, reveló detalles de su infancia y juventud: “Mi mamá era muy practicante, mi papá se fue alejando. De chico me llevaba a misa, después fui solo. A los cinco años, vi un sacerdote misionero y le dije a mamá que quería ser como él”. La decisión de entrar al seminario, sin embargo, no fue inmediata. “Tenía muchos cuestionamientos, sobre el celibato, sobre el amor, y no quería generar expectativas que no podía cumplir”.
Lynch estudió abogacía y se recibió en apenas tres años. Trabajó en estudios jurídicos y hasta viajó a Washington, donde vivió una experiencia clave: “Conocí a un sacerdote tucumano, Emilio Parrado. Él me contó su vida, yo la mía. No me confesé esa noche, pero fue como si lo hubiera hecho. Esa charla me respondió muchas cosas que yo me preguntaba”.
La experiencia en Estados Unidos marcó su vocación: “Escribí una carta a mi director espiritual en Buenos Aires. Al día siguiente fui a misa, y el evangelio decía: ‘La mies es mucha, los operarios pocos’. Me largué a llorar. Tiré la carta en el buzón rojo que salía de la Catedral. Así tomé la decisión”.
Desde entonces, su camino lo llevó a lugares tan diversos como Salta, Neuquén, Comodoro Rivadavia y Bariloche. “En 2007 llegué a Bariloche y ahí me sentí en casa. Pensé que no me iría nunca más. Siempre trabajé en Emaús, desde rezar responsos por NN hasta construir un proyecto social desde cero”.
Sobre su llegada a El Bolsón, comentó: “Cuando el obispo me pidió venir, no dudé. El problema era quién quedaba en Emaús. Hoy lo siguen el padre Branco y el padre Damián. Me cuesta soltar, pero estoy contento, voy seguido a ver a los chicos”.
Ante la pregunta final sobre su fe, el padre Pepe respondió con firmeza: “Yo creo en Dios. Creo que Dios existe. Mis actos siempre están cuestionados por lo que diría Dios Padre, qué haría Jesús, cómo me ilumina el Espíritu Santo. Para mí, Dios no es un Dios que me felicita, es un Dios que me cuestiona”.
El padre Pepe Lynch llegó a El Bolsón con una vida cargada de experiencias, vocación y compromiso. Su testimonio, lleno de humanidad, dudas, señales y certezas, es una invitación a repensar el rol de la fe en la vida cotidiana. “Estoy acá porque creo que Jesús me llamó”, dice, con la convicción de quien se dejó guiar por algo más grande que él.
Fuente de la entrevista:
Programa Con Voz y Voto – El Bolsón.