En un escenario político cada vez más tenso, la Legislatura de Río Negro transita abril sin sesiones ni señales claras de reactivación. Los reclamos por la falta de actividad parlamentaria se multiplican, tanto desde sectores opositores como desde la ciudadanía que observa con frustración cómo se acumulan los proyectos sin tratamiento. El legislador Santiago Ibarrolaza fue una de las voces más duras esta semana, apuntando directamente contra el gobernador Alberto Weretilneck.
“La falta de sesiones en la Legislatura Provincial es responsabilidad del Gobernador Weretilneck, quien conspira todo el tiempo por sus intereses y no el de los rionegrinos”, escribió Ibarrolaza en sus redes sociales.
Desde el 1 de marzo, día en que Weretilneck encabezó la tradicional apertura de sesiones ordinarias, no se ha vuelto a reunir el cuerpo legislativo. A pesar de que ingresaron decenas de proyectos —incluyendo iniciativas del propio Ejecutivo— el recinto permanece cerrado. Esto ha generado un profundo malestar en la opinión pública, que percibe una Legislatura ausente, donde el debate democrático parece haber sido reemplazado por la inercia política.
Según un reciente artículo del diario Río Negro, el ritmo legislativo de este año ha estado completamente marcado por las prioridades del Ejecutivo. En febrero se realizó una única sesión extraordinaria para aprobar dos acuerdos petroleros y otras medidas administrativas. Desde entonces, la Legislatura entró en un limbo.
Para colmo, temas como la rendición del informe anual de la defensora del Pueblo, Adriana Santagati —que en años anteriores se realizaba apenas iniciadas las sesiones— todavía no tienen fecha. Y los proyectos del oficialismo, como el cobro a extranjeros por servicios públicos o el uso de inteligencia artificial en educación, siguen esperando tratamiento.
Ibarrolaza fue más allá y enumeró junto a la legisladora Patricia McKidd iniciativas propias que, según denuncia, fueron bloqueadas por el oficialismo: prohibición del uso de celulares en cárceles y escuelas, boleta única electrónica, ficha limpia en educación, entre otros.
“WERETILNECK decide no tratarlos, todo lo demás es un rezo a la demagogia”.
En el fondo, lo que comienza a consolidarse es una percepción social de abandono legislativo. La falta de sesiones no solo retrasa leyes y debates, sino que erosiona la confianza pública. Muchos rionegrinos expresan en redes su frustración por una política que parece distante, burocrática y carente de respuestas.
Las disputas internas en los bloques y los movimientos aún no resueltos, como el pedido de reconocimiento de un bloque de La Libertad Avanza por parte de Ibarrolaza, McKidd y Domínguez, tampoco ayudan a recuperar la actividad. El panorama se agrava con las divisiones dentro del peronismo, donde algunos legisladores alineados al oficialismo continúan sin romper formalmente con su bancada, pero legislan en soledad.
En definitiva, la Legislatura rionegrina se encuentra en pausa, pero no por falta de temas ni de propuestas, sino por una dinámica de poder que, como señala Ibarrolaza, depende más de las decisiones del Ejecutivo que de la voluntad legislativa colectiva. Mientras tanto, los ciudadanos esperan.