La Pascua del Concejo: el milagro de que hablen los concejales

Si hubiera que ponerle un título al día, sin duda sería "La Pascua del Concejo Deliberante". Llegó un poco tarde, es cierto, pero al menos llegó. Lo que parecía un órgano deliberativo dormido, volvió a parpadear.

La chispa vino de una vecina que ocupó la Banca del Pueblo con un reclamo legítimo: que el Estado Nacional y el municipio reactiven los compromisos asumidos en barrios populares como Loma del Medio, con servicios básicos como la electricidad. A partir de allí, la discusión se encendió —leve pero visible—, con la intervención del concejal Efraín Ranea (Cambia Río Negro), quien recordó que muchas promesas se hicieron en campañas anteriores y que ciertas responsabilidades también son municipales.

Sorprendió, más que nada, el hecho de escuchar argumentos, cruces y posiciones distintas. Algo que debería ser la norma. Porque lo cierto es que hasta hoy, el Concejo venía funcionando como una escribanía del Ejecutivo. Y eso no es una metáfora: cinco de los siete concejales pertenecen al bloque oficialista Juntos Somos Río Negro, lo cual deja poco espacio para la pluralidad de voces. El resultado es un "debate" de manos levantadas, sin deliberación visible.

Y eso duele. Porque la política, esa que a veces se desprecia por costumbre, es —o debería ser— una herramienta para el cambio. No para el silencio.

¿Dónde está el rol educativo del Concejo? ¿Cuántas veces se difunde claramente cómo pedir la Banca del Pueblo, salvo cuando el tema ya interesa a los concejales? ¿Dónde están las sesiones con contenido? Porque el sueldo de un concejal —a veces de más de un millón de pesos mensuales— no es simbólico: se paga con fondos públicos. Y lo mínimo que se espera es deliberación.

Hoy, el sitio web del Concejo está desactualizado. No hay una herramienta transparente que permita a la ciudadanía entender qué se debate. Las redes sociales funcionan mejor, sí, pero eso no alcanza. La ciudadanía merece saber qué piensan sus representantes, no solo verlos votar. Transmitir en YouTube una sesión sin argumentos es como emitir una película muda: se ve, pero no se entiende.

Durante la sesión, hubo respeto. Incluso el presidente del Concejo, Agustín Guasco, como es habitual, conservó las formas. Y eso se valora. Pero la función deliberativa va más allá de las formas: requiere contenido, requiere ideas, requiere posiciones. No alcanza con el "sí, señor presidente" y la mano en alto.

En definitiva, ojalá este breve renacer de la palabra no sea un espejismo. Ojalá el resto del año nos encuentre con concejales que hablen, argumenten, discrepen. Porque aún en el disenso se fortalece la democracia.

Y si no, que alguien les vuelva a tocar la campana. Tal vez, con suerte, tengamos otra Pascua.