La viralización de un video donde dos adolescentes se enfrentan a golpes en una secundaria pública en El Bolsón puso en evidencia una problemática más profunda: violencia escolar, familias desbordadas, directivos sin recursos y un sistema educativo que responde con comunicados, pero pocas soluciones reales.
El video comenzó a circular por WhatsApp entre padres y madres de estudiantes de un ESRN de el bolson. En las imágenes, se observa a dos adolescentes forcejeando en el suelo, mientras otros jóvenes miran y graban. La escena habría ocurrido en el patio del establecimiento y despertó la preocupación de familias que denuncian episodios reiterados de violencia dentro y fuera del ámbito escolar.
“Este video lo saqué del grupo de mi hijo. Creo que se tiene que visibilizar para que esto se frene antes de que ocurra una tragedia. Estas cosas no se comunican oficialmente, y si uno no revisa los chats, ni se entera”, expresó uno de los padres.
Desde el consejo educativo se emitió un comunicado criticando la difusión de las imágenes y cuestionando el tratamiento que se le dio en redes y portales de noticias. “Estas publicaciones no solo exponen públicamente a menores, sino que además contienen información errónea”, plantearon. También remarcaron que “la escuela no es un espectáculo” y que se busca un abordaje no violento de los conflictos.
La preocupación, sin embargo, excede a la difusión del video. Directivos y docentes señalan con frecuencia que no cuentan con herramientas ni personal suficiente para hacer frente a situaciones complejas. En este caso, se activaron los protocolos, pero el malestar crece. La comunidad educativa enfrenta , sistematicamente, problemas estructurales que van desde el deterioro edilicio, la falta de gabinetes psicopedagógicos, la escasez de transporte escolar y comedores, hasta la falta de una política efectiva de convivencia escolar.
Mientras tanto, desde el Consejo Provincial de Educación, las respuestas tienden a limitarse a pronunciamientos institucionales que no logran dar contención real ni prevenir futuras situaciones. El problema, claramente, no es solo comunicacional.
Cada episodio de violencia que trasciende refleja algo más que una falla puntual: deja al descubierto la ausencia de políticas públicas sostenidas, la debilidad de las redes de acompañamiento y la creciente demanda social de presencia estatal. Como señalaron desde el propio cuerpo docente, “la escuela es la caja de resonancia del dolor social que atraviesan nuestras familias”.
La pregunta que sobrevuela, una vez más, es si alcanza con comunicar o si ya es tiempo de transformar.
Los estudiantes no solo aprenden de sus docentes, también reflejan las fracturas de su entorno. Y en ese espejo, la escuela está pidiendo auxilio.
