El resultado de las últimas elecciones en la Ciudad de Buenos Aires no solo reconfigura el mapa político nacional, sino que también genera un efecto dominó en los armados provinciales. En Río Negro, el gobernador Alberto Weretilneck observa con cautela el escenario. ¿Es momento de tejer nuevas alianzas o ...?
La victoria libertaria en CABA reordenó la discusión pública. Mientras algunos interpretan los números como una confirmación del rumbo político nacional, otros —más astutos— evalúan sus movimientos en silencio. Entre ellos, Alberto Weretilneck, actual gobernador de Río Negro y experimentado constructor de poder, parece elegir la prudencia como herramienta estratégica.
“No se trata de entrar en todos los tableros, sino de elegir en cuál jugar y en qué momento”, repite una máxima que en política vale tanto como una mayoría legislativa. En las elecciones que lo devolvieron al gobierno provincial por tercera vez, Weretilneck supo construir una red de alianzas transversales: peronismo, radicalismo, partidos vecinales, sectores independientes. La clave fue la articulación. Pero este año el tablero es otro.
En la previa a las legislativas de octubre, Juntos Somos Río Negro quedó ante una disyuntiva: avanzar hacia acuerdos con sectores más tradicionales como el ARI, la UCR o el peronismo residual; o explorar alianzas impensadas con expresiones emergentes como La Libertad Avanza o el PRO.
En ese marco, la elección en CABA funcionó como un sismo con réplicas. La consolidación del voto libertario no puede ignorarse. Pero Río Negro no es CABA. Aquí el peso de la institucionalidad, el rol del Estado provincial, la obra pública y el entramado cooperativo requieren otra arquitectura política.
El reciente acuerdo energético firmado en Viedma, por el cual Río Negro garantizará más de 1.000 millones de dólares de ingresos en los próximos años, blindó económicamente a la provincia. Para algunos, eso puede significar una licencia para avanzar; para otros, una razón más para protegerse.
“Cuando se tiene asegurado el dinero, quizás la mejor estrategia amparada en una profilaxis... es la espera”. Esa frase resume un enfoque. Tal vez Weretilneck esté eligiendo no confrontar ni exponerse innecesariamente en este turno electoral. Tal vez prefiera llegar al 2027 con las piezas intactas y el capital político sin erosionar.
La profilaxis libertaria no es necesariamente un acercamiento ideológico. Es una lectura táctica. Consiste en mantener la estructura firme mientras alrededor todo fluctúa. Río Negro ya aseguró su músculo económico. Tal vez ahora el silencio —elegido, estratégico, activo— sea su jugada más fuerte.