Docente, médico y experta en agroecología se organizan para enfrentar la contaminación por quemas
La presencia persistente de humo en El Bolsón, producto de quemas autorizadas y prácticas tradicionales, encendió las alarmas entre vecinos y profesionales de la salud y el ambiente. En un encuentro realizado durante el feriado, tres referentes regionales compartieron su preocupación por las consecuencias de este fenómeno que afecta la calidad del aire y del suelo en toda la región.
“La temporada de quema deja una nube permanente de humo sobre la ciudad”, advirtió Marcela Maldonado, profesora de ingles vecina del barrio Buenavista. “Desde mayo a octubre, el aire que respiramos está contaminado. Abro la ventana y siento olor a humo constantemente. Esto me preocupa y me ocupa”.
Maldonado es una de las impulsoras de una iniciativa ciudadana que busca visibilizar esta problemática y comenzar a generar conciencia. En el mismo sentido se expresó el Dr. César Berenstein, cardiólogo, quien detalló los efectos de la contaminación atmosférica en la salud: “La polución del aire produce entre 7 y 8 millones de muertes anuales en el mundo. Más de la mitad son por causas cardiovasculares”.
Según Berenstein, el humo genera inflamación en las arterias, favorece eventos agudos como infartos y ACV, y contribuye al desarrollo de enfermedades crónicas. “Acá estamos cambiando un problema por otro. Se quema para evitar incendios en verano, pero se enferma a la población en invierno”, señaló. “La ciudad está cubierta de humo y vivimos en un valle poco ventoso, lo que agrava la situación”.
A la dimensión sanitaria se suma el deterioro ambiental que explicita Silvana Alsogaray, ingeniera agrónoma radicada en Bariloche: “Se está quemando la vida del suelo. Esa materia orgánica que retiene el agua, aloja microorganismos y permite el rebrote de especies, se pierde cada vez que se prende fuego”.
Alsogaray propone reemplazar las quemas por prácticas sostenibles como el compostaje y el chipeado, e imitar el funcionamiento natural del ecosistema. “La naturaleza no quema ni retira residuos. Recicla. Las ramas y hojarasca deben actuar como plantas nodrizas para regenerar el bosque”.
Durante el diálogo, los tres coincidieron en la necesidad de repensar las formas de gestión del residuo forestal. También destacaron la experiencia de localidades como Dina Huapi, donde se regula el uso del fuego mediante ordenanzas que limitan los permisos según superficie y horario.
La iniciativa ciudadana aún no cuenta con una organización formal, pero ya empieza a gestarse la idea de un espacio de articulación. “Somos simplemente ciudadanos preocupados”, resumió Maldonado. “Nos encantaría hacer un ciclo de charlas, sumar a otros profesionales, aprender cómo cambiar hábitos y cuidar nuestra salud y nuestro entorno”.
Berenstein concluyó con una reflexión: “Queremos sentarnos a pensar qué podemos hacer con esta realidad. Que no nos pasen las soluciones por al lado. Necesitamos visibilizar esta problemática y planificar cómo evitamos tanto los incendios como las enfermedades derivadas de la quema”.
