La Agencia de Turismo de Río Negro (ATUR) concentra cada vez más poder, presupuesto y decisiones, mientras el área estatal se vacía, pierde funcionarios clave y queda reducida a un rol casi burocrático, sin conducción política clara. En paralelo, crece el malestar en el sector por la figura de Diego Piquín, un CEO que aparece más cerca de los aeropuertos y de Buenos Aires que del territorio rionegrino, en plena temporada donde todos piden resultados concretos y no branding caro.
Un presupuesto gigante, pocas respuestas
ATUR ya recibió algo más de 2.100 millones de pesos desde julio por su participación automática en la recaudación de Ingresos Brutos vinculados al turismo, y el proyecto de presupuesto 2026 prevé nada menos que 10.000 millones para su funcionamiento. Ese dinero proviene del 45% de lo recaudado sobre actividades turísticas, desde alojamientos y agencias hasta gastronomía y venta de regionales, a lo que se le pueden sumar aportes nacionales, privados y por eventos.
Una estructura en construcción, más preocupada por su propia ingeniería administrativa que por mostrar un plan visible de desarrollo turístico. En una temporada que se anticipa exigente y con fuerte competencia de otros destinos, la sensación general es que hay más recursos que rumbo.
Un Estado relegado y sin conducción
Mientras ATUR crece, la secretaría de Turismo del Estado quedó acéfala tras la renuncia de la subsecretaria Marisol Martínez, que se fue en silencio pero en un contexto de área devaluada, reducida y con fuertes interferencias de la nueva Agencia. La propia normativa reciente convirtió a la cartera estatal en un simple “soporte técnico, operativo y administrativo” de ATUR por un año, con funciones limitadas casi al poder de policía en habilitaciones y fiscalizaciones.
Ese esquema deja al Ministerio de Turismo más cerca de ser una oficina de trámites que de diseñar políticas públicas, mientras el verdadero centro de decisión se desplaza a un ente mixto con mayoría privada. En los pasillos, el mensaje que se escucha es claro: el que manda es ATUR, el Estado acompaña, y muchos cuadros técnicos con experiencia optan por irse antes que quedar atrapados en una estructura sin peso real.
Fuga de talento y temporada en riesgo
El síntoma más visible de una fuga de funcionarios con experiencia y capacidad que no encuentran espacio real para aportar en este nuevo esquema. Cuando el mensaje es que las decisiones pasan por un ente mixto con mayoría privada y conducción concentrada, muchos técnicos perciben que la política turística dejó de ser un proyecto de Estado para transformarse en una mesa chica.
Con una temporada que se anuncia “muy buena” en destinos como Las Grutas, según las propias proyecciones oficiales, el riesgo es que los números acompañen a pesar de la política y no gracias a ella. Si ATUR no baja al territorio, no ordena prioridades y no rinde cuentas claras de qué hace con miles de millones asignados, la pregunta deja de ser provocadora y se vuelve urgente: ¿la Agencia de Turismo de Río Negro es una gran oportunidad mal gestionada o, directamente, un error de diseño que habrá que corregir?
Articulo con información del diario Río Negro. https://www.rionegro.com.ar/politica/en-rio-negro-la-agencia-de-turismo-ya-recibio-mas-de-2-100-millones-y-el-area-estatal-con-renuncias/?utm_term=Autofeed&utm_medium=Social&utm_source=Facebook#Echobox=1765363347