El dulce de mosqueta es ese clásico patagónico que conquista con su sabor intenso y su color vibrante, pero su historia arranca con una planta europea que se enamoró del sur argentino. Traída por colonos en el siglo XX, se volvió tesoro local gracias a la inventiva de las familias de la cordillera.
3 claves rápidas:
Planta europea
Colonos siglo XX
Dulce patagónico
El dulce de mosqueta es ese clásico patagónico que conquista con su sabor intenso y su color vibrante, pero su historia arranca con una planta europea que se enamoró del sur argentino. Traída por colonos en el siglo XX, se volvió tesoro local gracias a la inventiva de las familias de la cordillera.
3 claves rápidas:
Planta europea
Colonos siglo XX
Dulce patagónico
La planta que llegó de lejos
La rosa mosqueta, nativa de Europa central, desembarcó en la Patagonia hace un siglo como ornamental y medicinal, ideal para suelos pobres y climas fríos. Colonos la plantaron en chacras y parques de Bariloche y valles cercanos, donde pronto se desparramó por semillas, aves y ganado, conquistando laderas y banquinas.
Allí, en la primera mitad del siglo XX, empezó todo: familias europeas y locales hirvieron sus frutos ácidos con azúcar, inspirados en recetas del Viejo Mundo, para aprovechar la vitamina C antes del invierno.
La rosa mosqueta, nativa de Europa central, desembarcó en la Patagonia hace un siglo como ornamental y medicinal, ideal para suelos pobres y climas fríos. Colonos la plantaron en chacras y parques de Bariloche y valles cercanos, donde pronto se desparramó por semillas, aves y ganado, conquistando laderas y banquinas.
Allí, en la primera mitad del siglo XX, empezó todo: familias europeas y locales hirvieron sus frutos ácidos con azúcar, inspirados en recetas del Viejo Mundo, para aprovechar la vitamina C antes del invierno.
El nacimiento del dulce
La receta patagónica parece un feliz accidente: inmigrantes alemanes o chilenos en zonas como El Bolsón o Bariloche refinaron la confitura europea, mezclándola con lo que ofrecía el paisaje. Un pastor o una ama de casa, hartos del fruto crudo, lo cocinaron hasta dar con el equilibrio perfecto entre agro y dulce.
No hay fecha exacta, pero para los 70 ya era furor en ferias y desayunos rionegrinos, pasando de olla familiar a frascos comerciales.
La receta patagónica parece un feliz accidente: inmigrantes alemanes o chilenos en zonas como El Bolsón o Bariloche refinaron la confitura europea, mezclándola con lo que ofrecía el paisaje. Un pastor o una ama de casa, hartos del fruto crudo, lo cocinaron hasta dar con el equilibrio perfecto entre agro y dulce.
No hay fecha exacta, pero para los 70 ya era furor en ferias y desayunos rionegrinos, pasando de olla familiar a frascos comerciales.
Hoy, orgullo del sur
El dulce de mosqueta ya es ícono de la ruta 40, en desayunos boutique y mesas cotidianas, exportando sabor patagónico al resto del país. Aunque la planta sea invasora, su dulce concentra memoria de colonos y campo, con cada cucharada evocando valles nevados.
El dulce de mosqueta ya es ícono de la ruta 40, en desayunos boutique y mesas cotidianas, exportando sabor patagónico al resto del país. Aunque la planta sea invasora, su dulce concentra memoria de colonos y campo, con cada cucharada evocando valles nevados.