En la capilla Santa Clara del barrio Obrero de El Bolsón, la Hermana Deolinda ha servido a la comunidad durante 16 años como parte de las Religiosas Franciscanas de la Misericordia. Hoy, su labor toma un nuevo rumbo: ha sido elegida como Superiora Provincial para Argentina, Chile, Paraguay y República del Congo, un desafío que la llevará a recorrer distintas realidades.
Una vida dedicada al servicio
"Desde hace 16 años estamos en el barrio obrero en la capilla Santa Clara", cuenta la Hermana Deolinda, quien ha trabajado codo a codo con la comunidad, especialmente desde Cáritas, acompañando actualmente a 120 familias. "Habíamos llegado a 270 en la pandemia, pero la situación nos obligó a ajustar la ayuda".
El año pasado, la capilla sufrió un robo que los dejó sin las cuatro cubiertas del automóvil con el que asistían a los barrios. "Fue un golpe duro, pero la solidaridad de la gente nos permitió seguir adelante", recuerda.
El significado de ser religiosa hoy
Al preguntarle sobre su vocación, aclara: "Hay una diferencia entre monja y religiosa. Las monjas viven en clausura; nosotras, en cambio, tenemos una vida activa. Somos personas consagradas que nos ponemos al servicio del prójimo". También explica que su vida implica los votos de castidad, pobreza y obediencia, lo que significa una entrega completa. "No es que rechazo el matrimonio, sino que opto por otra forma de vida", sostiene.
Sobre las nuevas configuraciones familiares, afirma con firmeza: "Soy una persona sumamente respetuosa. Aunque no comparta ciertas elecciones de vida, mi misión es servir sin rechazar a nadie".
El desafío de enfrentar la pobreza
Si bien su vocación le da alegrías, hay una realidad que la entristece profundamente. "El día que seré completamente feliz es cuando no haya nadie que necesite ayuda. Cuando todos tengan trabajo y vivan dignamente". Y agrega: "Nos hemos olvidado de los valores, y eso se refleja en la violencia y en las dificultades sociales".
Un nuevo horizonte
Recientemente, la Hermana Deolinda fue nombrada Superiora Provincial de su congregación para Argentina, Chile, Paraguay y República del Congo. "Me toca conocer nuevas realidades, salir de la comodidad de El Bolsón, un lugar donde la gente me ha recibido con tanto cariño". Su primer viaje será al Congo, donde la lengua predominante es el francés. "Cada clan tiene su dialecto, pero mayormente se habla francés", comenta.
El cargo dura tres años y, aunque puede ser reelegida, la religiosa cuenta que uno es libre si considera que su misión ha sido cumplida.
El mensaje de fe
Antes de despedirse, la Hermana Deolinda deja un mensaje para la comunidad de El Bolsón: "Agradezcan cada día y sean generosos. La gente del Bolsón tiene un corazón enorme, que esa solidaridad nunca se pierda". Y con una sonrisa, concluye: "Si alguna vez me siento perdida en el Congo, escucharé el sonido del Piltriquitrón en mi corazón".
El Bolsón despide con cariño a una mujer que deja una huella imborrable en la comunidad y que, desde cualquier lugar del mundo, seguirá con su misión de amor y servicio.