En una entrevista exclusiva, Pamela Gregori, jueza de faltas de El Bolsón, compartió los desafíos de su labor en un cargo donde las leyes se encuentran con la realidad humana. Con una trayectoria en la administración pública y una visión empática, Gregori abordó temas que van desde la aplicación de multas hasta su compromiso personal con la comunidad.
Pamela Gregori relató cómo su experiencia previa en el Concejo Deliberante de El Bolsón la llevó a asumir el cargo de jueza de faltas. “Siempre me interesó la parte pública, trabajé con diferentes concejales desde 2005, y en ese camino adquirí conocimientos técnicos que me ayudaron en mi desempeño”, compartió.
Uno de los aspectos más desafiantes de su labor es la aplicación de sanciones que deben equilibrar el cumplimiento de la ley con la empatía hacia los vecinos. “Detrás de cada jueza hay una persona, una mujer, una vecina, y eso influye. Trato de dejar mi granito de arena, de que mi trabajo marque la diferencia”, expresó.
En cuanto a las multas, Gregori destacó que su objetivo no es solo recaudatorio, sino también educativo. “Muchas veces, hasta que no se toca el bolsillo, la gente no toma conciencia. Las multas buscan evitar que las infracciones se repitan, más allá del monto que puedan representar”. Además, señaló que hay infracciones recurrentes, como las relacionadas con alcoholemia, donde existen casos de reincidencia hasta tres veces. En estas situaciones, el Juzgado colabora con centros de asistencia como “El Altillo”, enviando a los infractores a charlas educativas.
Gregori también comentó sobre la amplitud de su jurisdicción, que abarca desde infracciones de tránsito hasta cuestiones ambientales y de comercio. Entre las multas más elevadas se encuentran las de alcoholemia, que pueden alcanzar hasta 2000 unidades fiscales (UF), equivalentes a más de $1,300,000, dependiendo de la gravedad.
En un tono reflexivo, destacó el trabajo silencioso que muchas veces pasa desapercibido: “En este espacio no solo resolvemos infracciones, también mediamos en conflictos vecinales y escuchamos a las personas. La gente necesita ser escuchada, y muchas veces eso basta para resolver un problema”.
La jueza también se refirió a los desafíos de trabajar en una comunidad pequeña: “En un pueblo chico, todos nos conocemos. Hay familiares, amigos y vecinos que buscan beneficios, pero siempre me guío por la ley. Es importante mantener la objetividad”.
Sobre el futuro, Gregori abogó por mejoras en las condiciones del Juzgado de Faltas. “Necesitamos un espacio más grande, con mejores instalaciones para atender a la gente. La justicia también debe estar al servicio de las personas en lo material”, concluyó.
"Lo importante es que, más allá de las multas, podamos construir una comunidad más responsable y unida”, afirmó.