Tras el incendio del 30 de enero que afectó parte del Área Natural Protegida Río Azul – Lago Escondido (ANPRALE), el ingreso al sector fue clausurado por las autoridades. Desde entonces, los refugieros autoconvocados reclaman su reapertura paulatina. En una nota dirigida a la Subsecretaría de Ambiente de Río Negro, y en entrevista con este medio, Lucas Angelino, refugiero del Hielo Azul, expresó su preocupación por el impacto económico y social de esta medida, además de cuestionar la falta histórica de presencia estatal en la zona.
“Después del incendio, que se declaró extinguido, creemos que debería volver a normalizarse la situación”, expresó Lucas Angelino desde el Refugio Hielo Azul, ubicado en la zona del Club Andino de Piltriquitrón. El refugiero señaló que, si bien la clausura inicial fue entendible por razones de seguridad, la situación ahora exige otras respuestas.
En una carta enviada a la Subsecretaría de Ambiente y Cambio Climático de la provincia, los refugieros remarcaron que “los refugios están ubicados en sectores no afectados por el fuego” y que “son el sustento económico de muchas familias locales”. Subrayan que “las decisiones de clausura fueron intempestivas y tomadas sin consenso con las comunidades involucradas”.
Lucas fue más directo en la entrevista: “Nosotros nos ocupamos de cuidar el lugar. Aparte de hacer nuestra actividad económica, tenemos conciencia ambiental. Yo salgo a la montaña desde los seis años y quiero que el lugar siga bien”. Agregó que desde AMPRALE “no hubo nunca inversión ni presencia, y ahora son quienes cierran todo”.
La comunidad refugiera sostiene que la clausura afecta la economía de toda la comarca: “Desde la heladería al restaurante, pasando por las cabalgatas. La gente viene por los refugios”, explicó. Por eso piden una reapertura progresiva y articulada con planes de recuperación ambiental, limpieza de senderos y evaluación técnica.
También advirtieron que se manejan versiones de una clausura de hasta cinco años, algo que consideran injustificado: “El bosque no se va a recuperar en cinco años. Son ecosistemas milenarios. La gente no viene a dañar, viene a disfrutar”, manifestó Angelino.
En cuanto a la evolución del entorno, alertó sobre el retroceso del glaciar: “Está en franco proceso de desaparición. Antes no había laguna y ahora hay una enorme. Es producto del cambio climático”.
Para los refugieros, el cierre no solo es una medida desproporcionada, sino que refleja una falta de planificación y diálogo: “Corregir lo que está mal, sí. Pero no anular lo que funciona. Los refugios generan trabajo y cuidan la montaña”.
“Que los que no funcionan, empiecen a funcionar. Que se sienten a trabajar con quienes cuidamos este lugar hace décadas. De esto salimos juntos o no salimos más”.