aron un frente electoral conjunto con una consigna poderosa: “Un grito federal”. Entre ellos, Ignacio Torres (Chubut), Martín Llaryora (Córdoba), Maximiliano Pullaro (Santa Fe), Claudio Vidal (Santa Cruz) y Carlos Sadir (Jujuy) sellaron una alianza con miras a las elecciones legislativas del 2025. La imagen, poderosa, buscó representar a un interior que se planta ante el centralismo porteño y el ajuste libertario. Pero hubo un ausente ruidoso: el rionegrino Alberto Weretilneck.
La pregunta cae sola: ¿por qué Weretilneck no está en la mesa que armó Ignacio Torres, con quien mantenía diálogo fluido y hasta algún gesto de cercanía en batallas anteriores? ¿Por qué el gobernador de Río Negro, que ha sido una voz crítica ante la quita de fondos de Nación y hasta impulsó proyectos alternativos en el Congreso, decidió no formar parte —al menos por ahora— de esta nueva liga de mandatarios?
La respuesta hay que buscarla en la lógica política que ha marcado toda su carrera: Weretilneck juega solo .
A diferencia de Torres, que tejió alianzas con sectores del PRO y busca nacionalizar su perfil, o de Pullaro, que se integra al radicalismo más opositor, Weretilneck cultiva un peronismo patagónico sin verticalismo, con sello propio y sin vocación de subirse a un tren que no conduce. En Río Negro, Juntos Somos Río Negro ha sido siempre una construcción localista, que dialoga con todos pero no se entrega a nadie. A veces aliado de Massa, a veces cerca de Milei, a veces crítico de ambos.
La decisión de no sumarse a esta liga puede leerse como una continuidad de esa postura. Una forma de preservar su autonomía, evitar un enfrentamiento directo con Nación y, al mismo tiempo, mantener los márgenes para negociar beneficios concretos sin quedar preso de una estructura nacional. Weretilneck elige seguir administrando la provincia con equilibrio, sin pagar costos políticos innecesarios y sin exponerse a una interna de gobernadores que, aunque promete, todavía es una incógnita.
Tampoco se puede descartar que el frente aún “se pueda ampliar”, como dijo Infobae. Pero si llega a sumarse, será en sus términos y cuando él lo decida. No porque lo convoquen, sino porque le conviene.
En tiempos de fragmentación, cada gobernador busca su paraguas. Torres, Pullaro, Llaryora, Vidal y Sadir encontraron el suyo. Weretilneck, por ahora, sigue confiando en el que construyó desde hace una década: él mismo.