Este lunes 21 de abril de 2025, apenas ocho días después del domingo de Pascua, la Iglesia Católica y millones de fieles alrededor del mundo recibieron con profundo pesar la noticia del fallecimiento del papa Francisco. A las 7:35 de la mañana, en su residencia de la Casa Santa Marta en Roma, el pontífice argentino murió a los 88 años tras una larga convalecencia por una neumonía bilateral que lo mantuvo hospitalizado durante 38 días.
La Pascua, celebración central del cristianismo que conmemora la resurrección de Jesús, marcó la última aparición pública de Jorge Mario Bergoglio. Desde el balcón de la basílica de San Pedro, el Papa impartió la bendición Urbi et Orbi, ante una multitud que respondió con ovaciones. Ese gesto final, de profundo valor simbólico, quedará grabado como su último acto de fe y servicio.
"El papa Francisco ha partido a la casa del Padre", anunció con solemnidad el cardenal Kevin Joseph Farrell, camarlengo de la Santa Sede. "Dedicó su vida entera al Evangelio, abrazando a los pobres, defendiendo la dignidad humana y reformando la Iglesia con valentía y compasión".
Nacido en Buenos Aires en 1936, Francisco se convirtió en el primer pontífice latinoamericano y jesuita. Su papado se distinguió por el compromiso con la justicia social, la lucha contra los abusos dentro del clero y una mirada pastoral centrada en la misericordia.
El inicio de la sede vacante marca ahora el comienzo del proceso para elegir a su sucesor. Mientras tanto, gobiernos e instituciones religiosas de todo el mundo expresaron su dolor y gratitud. España decretó tres días de luto nacional.
La muerte del papa Francisco, apenas concluida la Semana Santa, resuena con fuerza entre los creyentes. Se va un líder que predicó con hechos, que quiso una Iglesia abierta y samaritana, y que eligió el camino de los últimos. Como en su primera aparición, se despidió con sencillez, sin alardes, en silencio… pero dejando una huella imborrable.